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Cuando nació su hijo Isaac, Abrahán tenía cien años. Sara dijo entonces:

«Dios me ha hecho reír, y todo el que lo sepa se reirá conmigo.»

Y añadió:

«¿Quién le hubiera dicho a Abrahán que yo, Sara, habría de amamantar hijos? ¡Pues le he dado un hijo en su vejez!»

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